miércoles, 29 de junio de 2011

EL ADOLESCENTE Y SU CRISIS EN LOS ESTUDIOS

Si nos detenemos a observar la historia de los grandes protagonistas, veremos con asombro como genios de la humanidad distaban mucho de ser alumnos brillantes. Dalí fue expulsado del colegio; Einstein fue considerado un retrasado mental; Leonardo Da Vinci fue discriminado por sus obras; Demóstenes debió superar su tartamudez para convertirse en un gran orador…

¿Qué es un “buen estudiante” para los padres de hoy?

Hoy el adolescente que se esfuerza por estudiar, que pone interés en aprender, que asume el estudio con responsabilidad, en muchos casos, se encuentra desacreditado ante sus compañeros. Se lo llama “nerd”, “traga” u “olfa”.

Por otro lado, están los que estudian por coleccionar buenas notas y premios, buscando solamente el éxito académico, presionados por sus padres que no aceptan el más mínimo traspié y los empujan a buscar el camino más corto y fácil: la acumulación de conocimientos.

También están los padres que se muestran indiferentes ante los resultados académicos de sus hijos, porque sienten que delegan en el centro educativo, la función que a ellos los compete.

El buen estudiante no se conforma con la buena nota sino con el verdadero aprendizaje que lo encaminará en un futuro a ser un buen profesional y a tener una formación humana integral. En otras palabras, “proyecta su vida”.

Un buen estudiante se siente protagonista de su aprendizaje, sabe lo que quiere y pone estilo personal en su búsqueda. Sabe valorar el esfuerzo más allá de los resultados, no dramatiza ante sus errores y se sobrepone para corregirlos. Tiene imaginación, iniciativa, insatisfacción demostrada en el interés incesante por aprender más y sentido crítico. Considera que los conocimientos no son un fin en sí mismos, sino un instrumento para su mejora personal.

El buen estudiante no se precipita en la búsqueda de respuestas, se toma su tiempo para realimentar la información con el propio pensamiento. No pretende aprenderlo todo, sino lo esencial. Las notas no son un trofeo que se exhibe sino el resultado de haber estudiado, habiendo incorporado y articulado conocimientos. Es humilde intelectualmente y no pierde su capacidad de sorpresa hacia aquello que le resulta desconocido y le despierta la búsqueda por la verdad. No es cómodo ni perezoso, aquellas materias que le resultan más áridas implican en él, un desafío que lo impulsa a esforzarse más por aprenderlas. Como producto de su auto-decisión, se responsabiliza y se compromete a desarrollar un trabajo bien hecho.

¿Qué rol tienen los adultos en la vida de estudios de sus hijos?

Existe una serie de actitudes en los padres que facilitan el “querer aprender” de sus hijos.

Si bien los resultados académicos son importantes en la educación del joven, no es conveniente centrarse en ellos. Valorar más el esfuerzo realizado y el trabajo bien hecho que los resultados en sí mismos, impide la obsesión por las notas. Una sobre-valoración de las calificaciones puede dañar considerablemente al adolescente ya que se le estaría exigiendo por encima de sus capacidades y toda su vida estaría centrada en los estudios, incluido su tiempo libre.

Si la exigencia de los padres y docentes es suplida por la autoexigencia del joven, se estaría facilitando la posibilidad de que se fije metas personales, realistas, de acuerdo con su capacidad y que ponga empeño en realizar su tarea con entusiasmo.

Los padres necesitan de grandes dosis de comprensión y paciencia para saber esperar resultados a largo plazo. En educación nada es inmediato, por el contrario, el proceso es lento, continuo y está en la perseverancia de los padres, el éxito de los hijos. Entre ambos se debería establecer un diálogo basado en la confianza que les permita relacionarse en forma positiva, evitando reproches, recelos y control agobiante.

Los hijos deben resolver los problemas por sí mismos. Es importante que los padres no los sustituyan para que aprendan a enfrentar los retos que se les planteen. El ver a sus padres esforzarse para superarse día a día en el trabajo, a pesar del cansancio y las dificultades, es el mejor ejemplo para demostrarles que no existe el éxito sin sacrificio.

Si desean que sus hijos desarrollen hábitos de lectura, estudio y se interesen por temas que van más allá del mundo que los circunda, es imprescindible que creen un ambiente familiar donde se compartan aficiones culturales y se dialogue de temas diversos con libertad y respeto por la opinión del otro.

Considerando algunos malos hábitos de estudio que tienen los jóvenes hoy en día como: memorismo, bajo nivel de lectura comprensiva, no saber tomar apuntes, expresar mal lo aprendido, estudiar sólo para los exámenes, etc, sería importante ayudarlos a lograr una metodología de estudio eficaz: planificar (metas, distribución del trabajo, horarios), aplicar técnicas de estudio (resúmenes, esquemas), evaluar lo aprendido, resolver problemas y buscar resultados determinados con esfuerzo continuo.

Una vez establecidas y aceptadas las pautas de estudio y esclarecidos los motivos, no es necesario perder tiempo hablando, es el momento indicado para exigir que se cumplan sin excusas.

En cuanto a la motivación, si bien en un próximo artículo desarrollaremos mejor el tema, es importante apelar a la auto-motivación de los adolescentes: valorando los logros obtenidos y no centrándose únicamente en las malas notas, siendo receptivos ante las dificultades propias que puedan presentarse, sin dramatizar, procurando que aprendan a buscar ayuda y fomentando la confianza en sí mismos.

La necesidad de renovar los motivos para estudiar

Aquel niño que respondía eficazmente a motivaciones que procedían de fuera de él mismo y que apelaban a necesidades externas (elogios, premios, reconocimientos, diplomas), hoy es un adolescente más sensible a motivaciones que satisfacen sus necesidades interiores: superar la falta de confianza en sí mismo, tener éxito con los amigos, ser solidario con las personas, y aumentar la autoestima. Dadas estas características propias de su edad, se trataría de hacer entender al adolescente que el estudio es un recurso fundamental para atender esas necesidades y para vivir los valores preferidos. Esto implica sustituir la motivación extrínseca por la motivación intrínseca o sea, la auto-motivación. Que descubran que estudiar no es un castigo, sino una forma de enriquecerse y superarse. Además que comprendan que no siempre se puede estar motivado para empezar a estudiar; que requiere de un esfuerzo de voluntad para despertar el interés por el tema que irá surgiendo en la medida que se profundice y se conozca. Es la consecuencia del trabajo realizado y no la condición previa.

La auto-motivación tiene un valor en sí misma ya que es propia de la persona. Por ser fruto de su auto-decisión, implica un compromiso de su responsabilidad, se prolonga en el tiempo, está autodirigida e induce a conseguir resultados con base en el esfuerzo.

Un adolescente está auto-motivado cuando:
  • Busca descubrir el sentido y la finalidad de cada tema de estudio.
  • Estudia para encontrar respuestas y soluciones a los problemas.
  • Relaciona los conocimientos nuevos con los ya adquiridos.
  • Lleva a la práctica lo ya aprendido.
  • Reconoce el estudio como un trabajo y un deber propio de su edad. No como una imposición, sino una necesidad para adquirir sabiduría, corresponder al sacrificio familiar, y como una oportunidad de brindar un servicio siendo solidario con los demás.
  • Estudia para llevar a cabo un proyecto de vida que le permita realizarse como persona madura: desarrollando sus capacidades y talentos, adquiriendo estabilidad de ánimo, sabiendo ponderar y decidir, juzgando con rectitud los acontecimientos y las personas, comprometiéndose y responsabilizándose, en definitiva, haciendo buen uso de su libertad.
Cristina Arruti de Alais
M. Dolores Dimier de Vicente
Orientadoras Familiares